Comentario
Una de las cuestiones que más llama la atención, al estudiar la Segunda Guerra Mundial, es la paradoja que existe entre su nacimiento y su desenlace. Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania, el 3 de septiembre de 1939, para defender la integridad territorial de Polonia. La agresión alemana a este país fue posible gracias al pacto firmado una semana antes con los soviéticos, los cuales se apresuraron el 17 de septiembre a sumarse al reparto del botín polaco, de acuerdo con las cláusulas del Pacto.
En 1945, la victoria de los enemigos de Alemania consagró, de hecho, no sólo la pérdida de territorios, sino también el desplazamiento de Polonia, en beneficio de la URSS. Una de las dos grandes potencias responsables del inicio de la guerra se veía así recompensada por obra y gracia de la agresión que sufrió a su vez, en 1941, de su antiguo aliado; agresión no más grave que el ataque soviético contra Finlandia o la ocupación de los Estados Bálticos, en 1939, operaciones amparadas por Hitler.
El 2 de enero de 1942, los 26 países en guerra con el Eje firmaron un Pacto de Solidaridad que implicaba la adhesión de todos a la Carta del Atlántico, proclamada por Estados Unidos y Gran Bretaña cinco meses antes y que contenía los siguientes objetivos: renuncia a toda ambición territorial y a imponer cambios de fronteras contra los deseos claramente expresados de los pueblos interesar dos; reconocimiento del derecho de todos los pueblos a darse Gobiernos salidos de la voluntad popular y a la libertad de comercio y el acceso a las materias primas; establecimiento de un sistema internacional de cooperación económica y de un sistema colectivo de seguridad y paz, reconocimiento del derecho a la libre circulación de las personas dentro y fuera de sus respectivos países, renuncia al empleo de la fuerza y desarme general.
Este pacto significó la ideologización de la guerra -al principio, sin ella. Pero la victoria conseguida por los firmantes no supuso, a pesar de la rendición incondicional del Eje, la puesta en práctica de los puntos reseñados. Uno de los principales socios, la Unión Soviética, incumplió todos. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia los llevaron a cabo de forma sistemática, pero la URSS aumentó su territorio en más de medio millón de kilómetros cuadrados -a costa de diez países vecinos-, impuso cambios de fronteras por la fuerza exclusiva de las armas, utilizó estas mismas armas para evitar que media docena de países europeos se dotasen con gobiernos democráticamente elegidos, suprimió la libertad de comercio, boicoteó la cooperación económica internacional, espoleó de forma sistemática los movimientos revolucionarios en las democracias, suprimió el derecho a la libre circulación de personas dentro y fuera de sus respectivos países y se negó a desmovilizar el Ejército con que derrotó a los alemanes en 1945, de forma completamente opuesta a lo realizado por norteamericanos, británicos y demás aliados del área democrática.